Radio Betania. La palabra Cotoca, evoca en nuestra mente y en nuestro corazón a la Virgen de Cotoca, Patrona de la Iglesia local, y la mamita de las ciudades, barrios y campos del oriente boliviano. Mamita para los cruceños es la mujer que cría, cuida, escucha, consuela, y da ánimo, por eso la veneramos como la Mamita de Cotoca.
Cuenta la historia que hacía 1767, en las tierras del señor Daniel Cortez de Miranda, vecino de Cotoca, dos pobres trabajadores mulatos cometieron una falta en las labores cotidianas y había que proporcionarle un castigo ejemplar; así era la costumbre que hoy, gracias a Dios desapareció. Uno de ellos era el esposo de Elvira Barroso esclava domestica de la hacienda y contaban ya con su hijo Felipe; después vendrá Juan, ella también trabajaba en la hacienda del señor Daniel, así como su madre Lorenza y madre del segundo trabajador. En aquel entonces el castigo en las haciendas era crueles y sin más comentarios, pero con frecuencia se recibían los azotes siendo la gente inocente. A los dos acusados les dieron el castigo al que participo Daniel, “señor de horca y cuchillo” parece que se le paso la mano.
Cuenta la historia que doña Lorenza madre de uno de los azotados, tenía una fuerte presencia moral en la hacienda y esto le permitía orientar desde su calidad humana y experiencia de vida cristiana, tanto a los patrones, a sus familiares, y a los empleados. Bajo la mirada de mamá Lorenza, su hija Elvira esposa del otro transgresor, los familiares y empleados presenciaron el castigo inhumano propiciado a los transgresores. Azotes que, por supuesto toda la familia rechazo amenazando al capataz de muerte, quien, por discrepancia del destino, el señor Daniel dueño de la hacienda, le quitó la vida escondiendo el cuerpo en el bosque, hecho conocido solo por la esposa del hacendado. ¿A quién culpar de la muerte del capataz? El camino era fácil y las puertas de la injusticia estaba abiertas. “Era de noche” en el corazón de los dueños de la hacienda, por lo tanto, la suerte cayó sobre los dos pobres mulatos azotados y había que entregarlo sin más a la justicia.
Cuenta la historia que “aquella noche” la culpa de la muerte del capataz cayó sobre los dos mulatos azotados; pobres e indefensos y habría que entregarlos a la justicia al día siguiente. Pero Dios teje sus caminos y se sirvió de Elvira quien se dio cuenta de la injusticia que estaba por cometerse y de inmediato informó a su esposo y familiares. Si la familia se quedaba en la hacienda, sabemos que el pobre siempre pierde, además la palabra y el dinero del excelentísimo señor Daniel Cortez de Miranda pesaba en Cotoca; los azotados y familia tenía que huir y así lo hicieron esa misma noche. La familia Lozano y Barroso se dieron a la fuga. Lázaro Lozano y su hermano Baltazar, al frente de la familia, salieron de la hacienda hacia el monte en busca del nuevo hogar y libertad. Se instalaron en el bosque entre los pueblos de Asusaquí y Cotoca en la provincia de Warnes. Salieron en su búsqueda, pero siempre regresaban con las manos vacías. Ya en el “nuevo hogar”, Lázaro se ocupaba de cortar leña Baltazar y el marido de Elvira cazaban los animales del monte para comer.
Cuenta la historia que Lázaro en busca de leña para el nuevo hogar, un buen día tuvo de frente a un árbol de jorori, bonito para sacarle la leña, pues estaba seco, alto y al parecer de fácil manejo. Pero ya era tarde y la leña de esa noche estaba asegurada, así que sería el día siguiente cuando volvería por la leña para el hogar. Al día siguiente, ya tarde, Lázaro quedó paralizado de asombro cuando vio que del hueco del árbol seco salía una luz especial y para su asombro, en la cavidad iluminada encontró a la pequeña imagen de la Inmaculada tallada de madera.
Las dos familias acudieron al lugar para admirar el regalo que Dios hacia primero a las familias Lozano/Barroso y de ahí a todas las familias creyentes cristianas católica de Santa Cruz, Bolivia y el mundo.
Cuenta la historia que los primeros beneficiarios de Mamita de Cotoca fue la familia Lozano y Barroso; de ellos recibió la primeras oraciones y súplicas. La familia Lozano y Barroso decidió regresar a Cotoca, pero ahora con la Imagen Bendita de la Virgen María. Confiados en el hecho de la aparición, no dudaron en regresar a Cotoca, las dos familias entraron a la pequeña población con la sagrada imagen de la Virgen María y conforme se informaban los vecinos del hecho, y sin pedir mas explicaciones, sintiendo el amor de Mamita, se unían al cortejo. Lázaro, el privilegiado no se cansaba de narrar el hecho que iba cayendo en el corazón de los oyentes y desde entonces el amor a la Mamita de Cotoca crece y sigue creciendo en el alma cruceña. La alegría fue mayor para las dos familias que regresaban a casa cuando en Cotoca les informaron que el crimen del cual se les acusaba, el señor Daniel se había declarado culpable y mayor fue la alegría cuando se percataron que fue el mismo día que Lázaro encontró en el hueco de árbol a la imagen de la Virgen.
Cuenta la historia que el primer hogar de la Mamita de Cotoca fue la hacienda de María Silveria, quien recibió a la familia y a Mamita. A los hogares improvisados de la Virgen acudieron por varios años las familias del lugar a venerar la milagrosa imagen de Mamita de forma privada, pero sobre todo entregarle el amor sencillo. El pueblo creyente sentía el amor de Mamita y con gran devoción acudía a recibir su bendición y protección no sin antes encomendarse a su intercesión.
Fue hasta 1797 que la Virgen de Cotoca, ya con la presencia de nuestros sacerdotes, tendría un sencillo pero digno templo bendecido solemnemente el 15 de diciembre por esta razón esta fecha es festividad particular del santuario.
Fuente: Padre Guillermo Gándara ssp, “9 días con la Virgen de Cotoca”.