Radio Betania. Con el Miércoles de Ceniza inicia el tiempo de cuaresma tiempo de reflexión para los fieles en preparación para la Pascua de Resurrección. En este día se hace la imposición de la ceniza en la frente y se inicia la Cuaresma.
El papa Francisco reflexiona que es hora de sacudirnos y abandonar las “ataduras opresoras” que nos paralizan y nos impiden soñar con un mundo distinto. Así lo resalta en su mensaje para la Cuaresma 2024.
“Es tiempo de actuar y en Cuaresma actuar es también detenerse. Detenerse en oración para acoger la Palabra de Dios y detenerse como el samaritano ante el hermano herido. El amor a Dios y al prójimo es un único amor. No tener otros dioses es detenerse ante la presencia de Dios. Por eso la oración, la limosna y el ayuno no son tres ejercicios independientes, sino un único movimiento de apertura, de vaciamiento: fuera los ídolos que nos agobian, fuera los apegos que nos aprisionan. Entonces el corazón atrofiado y aislado se despertará”, sostiene.
El papa insiste en que la Cuaresma nos hará redescubrir y movilizará nuevas energías. “Delante de la presencia de Dios nos convertimos en hermanas y hermanos, percibimos a los demás con nueva intensidad; en lugar de amenazas y enemigos encontramos compañeras y compañeros de viaje. Este es el sueño de Dios, la tierra prometida hacia la que marchamos cuando salimos de la esclavitud”.
Pide mantener la alegría en los rostros, que se sienta la fragancia de la libertad, que se libere ese amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por las más pequeñas y cercanas.
“En la medida en que esta Cuaresma sea de conversión, entonces, la humanidad extraviada sentirá un estremecimiento de creatividad; el destello de una nueva esperanza”.
Francisco, que presidirá la misa y la tradicional procesión del Miércoles de Ceniza en la colina del Aventino de Roma, bendecirá la ceniza que será impuesta a las personas.
La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas informó que antes de la eucaristía, el papa también participará de la primera estación cuaresmal en la iglesia de San Anselmo.
Las cenizas
Con el Miércoles de Ceniza comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma en el que, durante 40 días y a través de la vivencia del ayuno, la oración y la limosna, los fieles se preparan para la Semana Santa en la que se actualizan los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor.
En este tiempo los cristianos están llamados a trabajar de manera especial en la conversión personal, exhortación que durante la imposición de las cenizas expresa el celebrante con las palabras: “Conviértete y cree en el Evangelio”.
Por otro lado, con la expresión: acuérdate que eres polvo y al polvo volverás, la otra frase que se utiliza durante la imposición de las cenizas, se quiere resaltar la caducidad y fragilidad de la vida en la que la muerte es un destino inevitable.
En la misa se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.
La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. En aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Jueves Santo el Sacramento de la Reconciliación.
Los fieles que acuden a recibir la ceniza deben asumir que, con este gesto, se abren a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual.
Fray Nelson Medina, sacerdote dominico conocido por su apostolado en redes sociales, recuerda que “la ceniza que se impone sobre nuestra cabeza o nuestra frente al empezar la Cuaresma tiene un significado profundo: nos invita al arrepentimiento y la conversión recordándonos la gravedad del pecado, de modo que, a lo largo de esos 40 días, podamos morir a aquello que nos aparta de Dios y abrirnos a su gracia pascual”, dijo en diálogo con ACI Prensa.
«Si la ceniza se borra por accidente o por la transpiración, no es necesario recibirla nuevamente. Su razón de ser está mucho más en la conversión interior», señala.
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