Parecería que el papa Francisco resistió hasta el final de la Semana Santa, quiso cumplir hasta el final con sus fieles y dejó un testimonio de fortaleza en su momento de mayor debilidad física. Repasamos lo que hizo al final de su camino.

Radio Betania /El Deber/ Ya no era el mismo y no estaba para nada recuperado. Diferentes periodistas que cubrían el Vaticano han descrito los últimos días del Papa Francisco como si estuviese viviendo un calvario, muy a tono con la última festividad de la Iglesia Católica, para la que por momentos se mantuvo presente, haciendo un último esfuerzo en Semana Santa.
Su saludo de Pascua y su vuelta en el ‘papamóvil’ en la plaza de San Pedro, fueron realmente una despedida que recién hoy se la entiende como tal. Una especie de esfuerzo final, para estar al lado de sus feligreses, acompañándolos hasta el día en que se recuerda la resurrección del Salvador. Hasta ahí aguantó, con un rostro que no era el de sus inicios (marzo de 2013, cuando fue elegido cabeza de la Iglesia), uno que el tratamiento con corticoides desdibujó en el último tiempo, desde ese fatídico 14 de febrero, cuando fue internado en el hospital Gemelli, por una neumonía bilateral.
Un papa que hablaba muy lindo y que sabía cómo llegar a las mentes y corazones de las personas, sorprendentemente, solo pudo decir este domingo, en la víspera de su muerte: “Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!”, y lo hizo asistido por una persona, él, que era “un mago de la comunicación, había tenido que leer ese simple saludo. No estaba bien, evidentemente (…) y logró impartir, siempre con enorme dificultad, la bendición ‘urbi et orbi’”, escribió Elisabetta Piqué, corresponsal de La Nación en Italia.
Ya le había preguntado días antes una periodista cómo estaba pasando la fiesta de la Pascua, tras su internación de 38 días, a lo que él respondió: “Vivo esta Pascua como puedo”, diciéndolo con gran esfuerzo y dificultad.
Y es que Francisco no hizo caso a los médicos que le habían recomendado reposo absoluto de al menos dos meses. El domingo no solo que llegó en silla de ruedas hasta San Pedro, sino que también tuvo un brevísimo encuentro con el vicepresidente de EEUU, James David Vance, que se convirtió para la historia, en la última personalidad internacional que recibió el Vicario de Cristo.
El miércoles de la semana pasada, Francisco, que seguía en convalecencia para recuperarse de sus problemas respiratorios, recibió en el Vaticano a un grupo de miembros del personal médico del hospital Gemelli de Roma, donde estuvo 38 días hospitalizado el mes pasado, y les agradeció su labor en persona, uno por uno.
Ya se había atrevido a retomar ciertas audiencias y dio la sensación de una gran mejoría de salud al conversar por 20 minutos sin la asistencia de oxígeno con el personal de salud. “Gracias por el servicio en el hospital, muy bueno, ¡sigan así!”, les había dicho. “Gracias por todo lo que han hecho. Gracias doctora Elena Beccalli por su fortaleza. Cuando las mujeres están a cargo, las cosas funcionan”, elogió en esa oportunidad.
Y días antes, el Papa se reunió en privado con el rey Carlos III y la reina Camilla de Reino Unido, a los que felicitó por su 20° aniversario matrimonial.
Según dan cuenta los medios de comunicación italianos, este lunes su eminencia se levantó a las seis de la mañana y “se encontraba razonablemente bien”, publicó el Corriere della Sera, pero una hora más tarde tuvo un derrame cerebral y una posterior insuficiencia cardíaca, perdiendo la vida una media hora después.
Si bien, había salido de internación usando cánulas nasales para mejorar su capacidad respiratoria, no las usó después, debido a los ejercicios de fisioterapia respiratoria y motriz, por lo que en la última semana había mostrado una mejora en el manejo de la voz.
Y fue sin cánulas nasales y sin oxígeno de apoyo, que apareció esta Semana Santa, aunque días antes, durante la misa jubilar por los enfermos, en un texto suyo que se leyó había reconocido: “Ciertamente, la enfermedad es una de las pruebas más duras y más difíciles de la vida, en la que percibimos nuestra fragilidad. Esta puede hacernos sentir como el pueblo en el exilio, , privados de la esperanza en el futuro (…) Pero Dios no abandona, especialmente cuando las pruebas se hacen más duras, su gracia y su amor nos abrazan con más fuerza”, escribió.
Días después, a las 12:02, del Domingo de Pascua, apareció por última vez en la plaza de San Pedro, en su silla de ruedas, con un rostros que quedaría capturado por las cámaras fotográficas del mundo como un símbolo del sufrimiento. Nada de sonrisa, hacía lo que podía, era un rostro sufriente. Aún así, subió al papamóvil, para que lo viesen las 35 mil almas reunidas allí, e incluso detuvo el transporte para bendecir a un niño. Lo dio todo.

Muerte súbita
Claro que el último tiempo mostró signos de debilidad, pero a pesar de su frágil estado de salud, Francisco continuó con algunas actividades oficiales, pues no podía ni quería bajarle el volumen a un pontificado en el que abogó por los más desfavorecidos, promovió el cuidado ambiental, defendió a homosexuales y migrantes, y alentó la participación de las mujeres en roles eclesiásticos.
Aunque también fue criticado en temas como la lucha contra la pederastia y la apertura social, por la lentitud en algunas reformas.
Finalmente falleció el lunes 21 de abril de 2025 a las 7:32 am, en el Vaticano, a los 88 años.
La muerte lo encontró en su residencia habitual en la Casa Santa Marta, ubicada en el Vaticano. Este edificio, construido en 1996, fue elegido por el pontífice desde el inicio de su papado, en 2013, rechazando los apartamentos papales tradicionales por considerarlos “fríos” y buscando una vida más sencilla y cercana a la comunidad eclesiástica.
Durante sus últimas semanas, Francisco estuvo acompañado por el personal habitual de la Casa Santa Marta, incluyendo miembros de su equipo médico y colaboradores cercanos.
El cardenal Kevin Farrell, camarlengo de la Iglesia Católica, fue quien confirmó oficialmente su fallecimiento desde la capilla donde residía el Papa.
Este lunes se había apagado la luz en los ojos de Francisco, a las siete y treinta y dos de la mañana y su muerte fue súbita.
El derrame cerebral masivo que tuvo y el posterior paro cardiaco fueron la excusa de que se apague su vida. Pero el informe médico que dio el camarlengo también dio cuenta de algo que no era muy sabido, además de las infecciones crónicas en su pulmón, Francisco padecía presión arterial elevada, o hipertensión y también tenía una diabetes de tipo 2.
“Ambas enfermedades predisponen a este tipo de eventos en el cerebro. Como resumen final, de acuerdo al Vaticano, el Santo Padre falleció súbitamente esta mañana, víctima de un derrame cerebral”, explicó a CNN el médico de consulta para todos los temas de salud, Elmer Huerta.
Luego de la trágica noticia que hizo contener el aliento al mundo católico (1.406 millones de fieles)y no católico, se procedió a sellar la residencia oficial, simbolizando el inicio del período de luto.
Hace un año, exactamente, Francisco se adelantó a su muerte, modificando el ritual de los funerales pontificios. El rito renovado subraya que el funeral del Romano Pontífice es el de un pastor y discípulo de Cristo y no el de un poderoso hombre. Por lo tanto, “se procederá a la eliminación de los tradicionales tres féretros de ciprés, plomo y roble, así como será eliminada y la exposición para la veneración del cuerpo del Papa en un catafalco”. Y tal como lo había manifestado en vida, quiere ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, en una tumba que “debe estar en la tierra, sencilla, sin decoración particular”. Al pie de su testamento, Francisco pidió a Dios que “dé la recompensa merecida a quienes sigan rezando por mí”.
