Radio Betania /elobservadorenlinea.com/Este 15 de agosto la Iglesia católica celebra que la Virgen María, madre de Dios fue asunta al cielo en cuerpo y alma. Se trata de una solemnidad y forma parte de la doctrina católica, además de ser un dogma de fe que se encuentra en la tradición teológica. Pero ¿Qué sabemos nosotros los católicos de la Asunción de la Virgen María? ¿Cómo podemos celebrar esta fiesta? ¿Comprendemos qué es un Dogma Mariano? En este texto vamos a descubrir cinco datos sobre es la Asunción de la Virgen y cómo el católico se suma a este festejo.
1) EL DOGMA MARIANO
Existen cuatro dogmas marianos. ¿Pero qué son los dogmas? Se tratan de verdades de fe irrefutables y que forman parte de la Iglesia católica para la veneración de la Virgen María. Los dogmas Marianos nos hablan de la maternidad divina, y de cómo la Virgen María es la verdadera madre de Dios. Sus dogmas son: la Inmaculada Concepción, la virginidad perpetua, la Asunción al cielo y la maternidad divina. Se llama dogma porque son verdades reveladas por Dios, sustentadas en la Biblia y aparecen en la Sagrada Tradición. Nosotros los católicos partimos de nuestra fe y de la enseñanza de la Iglesia, es por ello que la Virgen María es una persona que integra dos naturalezas: la Madre de Jesús y la Madre de Dios.
2) LA NO CORRUPCIÓN DEL CUERPO DE MARÍA
El dogma de la Asunción de la Virgen María nos habla que ella no experimento corrupción en su cuerpo físico, y fue elevada al cielo al término de su vida terrenal. Cuerpo físico y alma permanecieron sin pecado. Después de Cristo, la Virgen María es la primera persona que sube al cielo en cuerpo físico. De acuerdo con la tradición litúrgica y teológica la Virgen María murió como su hijo pero fue preservada incorrupta y luego elevada de los muertos por Dios.
3) EL TRIUNFO SOBRE LA MUERTE
Jesús nos enseña que Él es el camino, la verdad y la vida. La Asunción de la Virgen María también reafirma el triunfo sobre la muerte y la Iglesia católica lo celebra, porque ella imita la gloria de su único hijo. La respuesta del “Sí de María” es también una respuesta de triunfo y victoria sobre la muerte porque es parte de la naturaleza humana de Jesús. Es el paso de la muerte a la vida eterna. Sin embargo, su Asunción es por los ángeles y no por sus propios medios a diferencia de su Hijo. Por eso es retratada subiendo al cielo, rodeada de nubes y de ángeles.
4) ES UNA SOLEMNIDAD LITÚRGICA
En 1950 el Papa Pio XII proclamó este dogma de fe y asignó el 15 de agosto como la fecha solemne para su celebración litúrgica. Esta fiesta constituye la participación de los católicos por la Resurrección del Hijo de Dios y también de los cristianos. Esta solemnidad aparece en la Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”. Esta solemnidad brinda fortaleza de fe universal al pueblo de Dios, se convite en una tradición dentro de los misterios del plan divino. Por lo tanto, solemnidad significa celebración o festividad, y se trata de una conmemoración de primer orden, y nuestra tarea es asistir a su celebración.
5) LA ORACIÓN DE MARÍA ASUNTA
Oh María Inmaculada Asunta al cielo,
tú que vives bienaventurada en la visión de Dios:
de Dios Padre que te hizo alta criatura, de Dios Hijo que quiso
ser generado como hombre por ti y tenerte como madre,
de Dios Espíritu Santo que en ti realizó la concepción humana del Salvador.
Oh María purísima,
Oh María dulcísima y bellísima,
Oh María, mujer fuerte y reflexiva.
Oh María, pobre y dolorosa,
María, virgen y madre,
mujer humanísima como Eva, más que Eva;
cercana a Dios en tu gracia, en tus privilegios,
en tus misterios,
en tu misión, en tu gloria.
Oh María asunta a la gloria de Cristo en la perfección completa
y transfigurada de nuestra naturaleza humana.
Oh María, puerta del cielo,
espejo de la Luz divina,
santuario de la Alianza entre Dios y los hombres,
deja que nuestras almas vuelen tras de ti
deja que se eleven tras tu radiante camino
transportadas por una esperanza que el mundo no tiene, la de la dicha eterna.
Consuélanos desde el cielo, oh Madre misericordiosa,
y por tus caminos de pureza y esperanza guíanos un día al encuentro feliz contigo
y con tu divino Hijo nuestro Salvador Jesús. ¡Amén!