Radio Betania 05.03.2021 // Vatican News// En el marco de su viaje apostólico a Iraq, el Papa se reunió con los obispos, los sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas de este país en la catedral siro-católica de Sayidat Al-Nejat (Nuestra Señora de la Salvación). En su discurso, Francisco recordó que la religión debe servir para construir la paz y los animó a «ser servidores del pueblo y no administradores públicos», siempre con el pueblo de Dios, «nunca separados como si fueran una clase privilegiada».
La tarde del 5 de marzo, en el marco de su viaje apostólico a Iraq, el número 33° de su Pontificado y bajo el lema “Todos vosotros sois hermanos” (Mt 23,8), el Papa Francisco celebró un encuentro con los obispos, sacerdotes, religiosos, seminaristas y catequistas del país, en la catedral siro-católica de Sayidat Al-Nejat (Nuestra Señora de la Salvación), ubicada en Bagdad y que ha sido objetivo de dos ataques terroristas, uno de ellos, el 31 de Octubre de 2010, perpetrado por el grupo autoproclamado Estado Islámico, fue extremadamente sanguinario y costó la vida de 48 personas, entre ellas también dos jóvenes sacerdotes y dejó más de 100 heridos.
En su discurso, el Santo Padre agradeció al Patriarca Ignace Youssif Younan y al Cardenal Louis Sako por las palabras de bienvenida, a la vez que dedicó un pensamiento especial a los «hermanos y hermanas que aquí han pagado el precio extremo de su fidelidad al Señor y a su Iglesia».
El Papa recuerda a las víctimas del ataque terrorista
«Que el recuerdo de su sacrificio nos inspire para renovar nuestra confianza en la fuerza de la Cruz y de su mensaje salvífico de perdón, reconciliación y resurrección», dijo Francisco, subrayando que, en efecto, «el cristiano está llamado a testimoniar el amor de Cristo en todas partes y en cualquier momento».
Teniendo en cuenta las dificultades que ha originado la actual pandemia, así como los «arduos desafíos pastorales» que afronta la Iglesia en Iraq, el Pontífice alentó a los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y responsables laicos, a seguir adelante sin perder la esperanza cristiana y sin detener «nuestro celo apostólico», que en estas tierras provienen de raíces muy antiguas.
Cristo se anuncia con el testimonio de vidas transformadas
Asimismo, el Papa exhortó a los presentes a «no olvidar que Cristo se anuncia sobre todo con el testimonio de vidas transformadas por la alegría del Evangelio».
Haciendo alusión a las dificultades que forman parte de la experiencia cotidiana del pueblo iraquí, como la guerra, las persecuciones, la fragilidad de las infraestructuras básicas y la lucha continua por la seguridad económica y personal, el Sucesor de Pedro agradeció de modo especial, a los hermanos obispos y sacerdotes, «por haber permanecido cercanos a su pueblo, sosteniéndolo, esforzándose por satisfacer las necesidades de la gente y ayudando a cada uno a desempeñar su función al servicio del bien común», y añadió:
Continuando con su alocución, Francisco hizo hincapié en que el amor de Cristo nos pide «dejar de lado todo tipo de egocentrismo y rivalidad», ya que «nos impulsa a la comunión universal y nos llama a formar una comunidad de hermanos y hermanas que se cuidan unos a otros». Para reforzar el valor de sus palabras, el Papa puso como ejemplo práctico, la familiar imagen de una alfombra:
Igualmente, el Santo Padre señaló que pastores y fieles, sacerdotes, religiosos y catequistas comparten, si bien de diversas maneras, la responsabilidad de llevar adelante la misión de la Iglesia.
Si bien, en ocasiones pueden surgir incomprensiones y podemos experimentar tensiones; el Papa afirmó que estos son los nudos que dificultan el tejido de la fraternidad: «Son nudos que llevamos dentro de nosotros; pero estos nudos pueden ser desatados por la Gracia, por un amor más grande; se pueden soltar por el perdón y el diálogo fraterno, fortaleciéndose mutuamente en los momentos de prueba y dificultad».
Por otra parte, el Obispo de Roma dirigió unas palabras especiales a sus «hermanos obispos»:
El Papa, también animó a los sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas y seminaristas que se preparan a su futuro ministerio, a renovar siempre el «Aquí estoy» con el que cada uno ha respondido a la llamada de Dios, como lo hizo el joven Samuel (1 S 3,4).
Antes de concluir su discurso, Francisco recordó nuevamente a los hermanos y hermanas que murieron en el atentado terrorista en esta Catedral hace diez años y cuya beatificación está en proceso:
Tras finalizar su discurso, el Santo Padre firmó el Libro de Honor de la Catedral sirio-católica de Bagdad, con fecha del 5 de marzo de 2021 y el siguiente mensaje:
«Penitente y peregrino de la fe y de la paz en Iraq pido que, por intercesión de la Virgen María, Dios conceda a este pueblo la fuerza para reconstruir el país unidos en la fraternidad».