Radio Betania. Hna. Cinthia Vásquez Secretaria Nacional de Obras Misionales Pontificias de Bolivia en una entrevista al programa La Santa Infancia desde el Seminario Mayor San José de Cochabamba, dirigió su mensaje a los misioneros en ocasión del la Jornada Nacional de Infancia y Adolescencia Misionera que se celebró este 14 de abril de 2024, tercer Domingo de la Pascua del Señor.
Mensaje de la secretaria general de las OMP por la Jornada de la IAM
«celebraremos en Bolivia la Jornada Nacional de la Infancia y Adolescencia Misionera. Es un día de gracia para toda la Iglesia, pues miles de niños renuevan su amor por la misión de anunciar a Jesús a todo el mundo.
La Infancia y Adolescencia Misionera es una de las Obras Misionales Pontificias que custodia el Santo Padre Francisco, su misión es despertar y animar el espíritu misionero en los niños y adolescentes, para que desde su inocencia y pureza trasmitan el amor y la paz que viene de Dios, nuestro Padre.
En Bolivia celebramos esta Jornada el segundo Domingo de Pascua, pues Jesús, nuestro hermano mayor, ha resucitado y nos ha pedido ser testigos de esa resurrección, ya que por ella hemos vencido a la muerte, al pecado y Jesús nos ha dado nueva vida para servir a nuestros hermanos y buscar ser santos.
El tema que acompaña esta Jornada es la cooperación espiritual, por la que todos estamos llamados a dar nuestro aporte para que el Reino de Dios, que es un Reino de paz y de amor, se extienda en todas partes de esta humanidad que se encuentra herida por las guerras, violencias, injusticias, entre otros pecados que muchas veces nos hacen perder la esperanza. Es justamente por ello que nuestra ayuda espiritual es de gran valor ante los ojos de Dios y de tantos misioneros que se encuentran en todas partes del mundo, sobrepasando situaciones complicadas por decir que Jesús es el Señor. La cooperación espiritual se da de tres modos, que todos, sin excusas, podemos hacer. La oración, por medio de la cual nos acercamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, intercediendo por el bien de la misión y de los misioneros, para que reciban fortaleza en su labor. El buen testimonio de nuestra vida cristiana, ya que por medio de nuestros pensamientos y obras, aunque no nos demos cuenta, ayudamos a la conversión del mundo, pues demostramos que se puede ser verdaderamente feliz cuando vivimos el Evangelio y nos ponemos al servicio de los demás por amor a Dios. Y el sacrificio, ya que la vida diaria nos presenta diversas dificultades que podemos ofrecer a Dios. Nuestros dolores, defectos, heridas, cansancios, apegos, todo se lo podemos ofrecer a nuestro Padre, porque Él de lo malo saca cosas buenas y de las cosas buenas saca cosas mejores.
La resurrección del Señor nos anima a llevar esta Buena Noticia a cada persona que pasa por nuestra vida, pues no pasan por casualidad, es Cristo quien nos manda esas almas para que le anunciemos que tienen un Padre que los ama con locura, un Hermano que ha dado la vida por ellos y un Amigo que los acompaña siempre. Demos a los demás lo más grande que tenemos, que es a Dios mismo.
En esta Jornada, como en las anteriores, los niños y adolescentes misioneros también recaudan aportes para ayudar a otros niños, esa es la verdadera acción generosa a la que nos llama el Señor, ayudar a los demás, incluso sin conocerlos, pues solamente basta saber que
también son hijos de Dios para amarlos y ayudarlos. Invito a todas las parroquias, colegios, feligreses y personas de buena voluntad a aportar generosamente para que los niños de otras tierras sientan el auxilio de su Padre.
Quiero agradecer a los miles de niños y adolescentes misioneros de nuestro país, que día a día se esfuerzan por ser testigos fieles de Jesús, que anuncian sin temor que Dios nos ama y espera lo mejor de nosotros, y aunque en algunas ocasiones tienen miedo, lo vencen porque el Espíritu Santo vive en ellos. Gracias a los niños y adolescentes, verdaderos amigos de Jesús, que ya sea en la casa, el colegio, las calles, y en todos los espacios donde se mueven, viven heroicamente su fe, gracias a ustedes es que la humanidad y la Iglesia tienen esperanza, no tengan duda de que nuestro Padre del Cielo se complace en cada uno de ustedes.
Los animo a que sigan enseñándonos a amar más a Jesús, a perder el miedo de hablar de nuestra fe a los demás, a acercarnos a Dios como verdaderos hijos, a que la edad ni el tamaño corporal son impedimentos para transmitir la Palabra de Dios y a que sólo basta la firme y buena disposición para que la voluntad de Dios se haga en nosotros.
Que la Virgen María, nuestra Madre, Reina de las Misiones, Estrella de la Evangelización los acompañe siempre y los fortalezca en su misión.