RELATO DEL NACIMIENTO DE NAZARIA IGNACIA

Radio Betania 11.01.2021 Es viernes, 10 de enero de 1889. Ha caído una gran nevada en Madrid. Los madrileños asombrados comentan: “hace diez años que no ha nevado así” “año de nieves año de bienes” ¿Qué bienes nos traerá el año 1889?
En la calle Augusto Figueroa número 41, hay un gran nerviosismo, pues doña Nazaria no tiene buena salud y está esperando, de un momento a otro, su undécimo hijo, pues entre Pepita y Nazaria, ha habido siete hermanitos muertos, aunque la muerte ha respetado a Jose María y a Melchor, que, sanos y robustos, parecen enfrentarse con todos los signos contrarios a la vida, y don José tiene miedo, mucho miedo. Miedo por su mujer, cuya vida peligra y miedo por el hijo que esperan.
La habitación matrimonial, señorialmente preparada para el caso, está caliente, bien iluminada, con dos grandes macetas de hojas verdes y un jarrón con bellas flores artesanas recién compradas….
El ambiente es cálido y a pesar de los temores se palpa la alegría y la esperanza. La comadrona a un lado de la cama, conversa con doña Nazaria, queriendo dar fortaleza a su cuerpo y a su espíritu, pues doña Manolita es mujer de fe y ¡ha presenciado tantas maravillas en su profesión! Que tiene consejos para todas las circunstancias, y con un profundo espíritu cristiano, le habla de la ternura de Dios para con sus hijos, cómo renueva la juventud como el águila, y harta de bienes la existencia…” (Sal 103)
El doctor habla con don Jose de las dificultades del parto, pero lleno de optimismo.
En el ángulo izquierdo, junto al mirador, el moisés espera, cubierto de tules blancos, la llegada del niño. El ama mulle el colchoncito de la cuna, la calienta, lo repasa todo para que todo esté a punto, … Y…, ¡llegó el momento!… Nerviosismo…, Temor…, idas y venidas…; al fin aparece Nazarita, débil y pequeña con un llanto desgarrador …… pero ….. ¡sorpresa! Viene con compañera. En ese momento de incertidumbre, el ama, presa del nerviosismo, en lugar de llevar a la niña a la cuna, la coloca en el tablero de la consola, para atender a Amparito, la diminuta compañera de Nazaria. Es cuestión de minutos, pero los biógrafos de esta niña, tratan de señalar que el primer contacto con la vida, fue un duro lecho de tablas, figura de esa cruz que acompañará su vida.
¡Ya están las mellizas en el moisés!. Doña Nazaria ha soportado valientemente el doble y peligroso parto; está serena y su respiración va alcanzando el ritmo normal. Con su sonrisa acostumbrada y su gracejo andaluz, echa piropos a sus retoños, después de besar sus cabecitas. Don José está absorto: sus ojos van de la madre a las niñas y de las niñas a la madre y su mirada rezuma el gozo inmenso de la paternidad. Ya son cinco los frutos de su matrimonio ¡una familia numerosa! A pesar de haberse visto recortada por siete muertes prematuras.
                                                                                      Con su hermana gemela
El doctor advierte, que aunque Nazaria es débil, superará su endeblez. No quiere enturbiar la felicidad del hogar, pero es conveniente que se le administre el bautismo de socorro. Dos lágrimas corren por las mejillas de este hombre recio y fuerte, acostumbrado a ver cómo sus ilusiones de padre se le tronchan con la corta de vida de sus hijos….
La solidez de doña Nazaria se acentúa y aprieta sus párpados para que las lágrimas no se le escapen, como presintiendo y aceptando un triste desenlace…
Doña Manolita, decidida, adivinando que la fragilidad de la niña no permitía esperar mucho tiempo, le administra el agua bautismal en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo….
Los tres hermanitos, llenos de alegría entran con el ama a conocer a las recién llegadas. Se entusiasman, las tocan, ¡las besan …! son tan pequeñitas!… mientras las lágrimas suaves y templadas corren silenciosas por la mejilla de Doña Nazaria y de don Jose que se miran complacidos. De repente, los niños dicen que huele a flores. También lo asegura el doctor, doña Manolita y Rosina. ¿Cierto? No lo sabemos, pues ni Nazaria, ni Amparito han aparecido con signos extraordinarios. Son dos niñas normales, más bien débiles y pequeñas, que tendrán que labrarse la vida cada una según el plan de Dios. ¡Con la llegada de las mellizas se ha adelantado la primavera en el hogar de los March!
Fuente: Extractado por Antonio Valiente, feni. del libro “Hora de la tarde-Biografía novelada de Nazaria Ignacia March Mesa” de Mª del Carmen González, mci
¡¡¡Feliz Cumpleaños a todos!!!

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